viernes, 27 de enero de 2012

Indice: Las oscuras sendas


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Portada


Carlos López Dzur
Las oscuras sendas del escorpión
Editorial
2012

INDICE / Las oscuras sendas del escorpión

Lolo Puya
La Fiera Santa y el poder de la madriguera
Luis Ríos, 1949
Figuraciones de Pepe Cancio
>Mi corazón en el dolor tan viejo
Pablito y el perdón
De las penas y recompensas de Polo Adames
De la tradición bestialista de Quesnay
Huele a traición en el Teatro Sol
Te diré quién soy



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LOLO PUYA

Para tentar a los guapos, para ver de qué cueros salen más correas, para dar cursos de expresión a la energía desiderativa que él tiene en sí y es mucha líbido desorganizada, el ratero de su juventd y el ladrón consumado, que es hoy Lolo Puya, se hizo pintar tal tatuaje en la espalda: Una fiera acompañada. El no sabría vivir sin compañía. Mas la fiera es un perro enorme en dos patas.

Como hay fiestas patronales en el Pueblo y él es machinero desde que salió de la cárcel, aprovecha y se quita la camisa. Lanza provocaciones con esa gráficas blasfema. La fiera enchufa por las nalgas a una mujer que sonríe, gozosamente, en abandono estoico. Ni Alberto Varga, el artista de las barajas calientes más populares de la década del '40, con sus carteles eróticos habría interpretado mejor ese abandono salaz de las Varga Girls que Lolo quiso que se pintara como actitud, rostro y pose. de la hembra.

Es un bujarrón, de 5'.8" de estatura, ágil y musculoso todavía; pero, como no ha tenido hembra desde que salió de la cárcel, verse volando, como la rubia de la serie Varga Girl, October 1940 es anhelo suyo con que se premiaría. Que vean el tatuaje. El se lo ve en el espejo de su alcoba, se lo revisa en cristales de los automóvils y vitrinas en la calle. Cada vez es más embelesadora y compensante la sonrisa con que la nymphette agradece a quien le mete la verga. Lolo divaga y alucina con que la penetra. El es el perro que chinga en el drama que lleva a sus espaldas: la bella y la bestia.

Vive, entre esos limbos nebulosos de la fascinación, soñando que un día tendrá una de ésas —Varga Girls, ninfas modélicas, pin posters de Reinas del Techicolor y que si saliesen de sus planos mentales, tal vez una como María Montez, Yvonne De Carlo, Maureen O'Hara, Esther Williams o La Monroe, se haría carne y ojalá que le diga su nombre con respeto, con la ternura de la mujer que espera y le agradece por la buena pieza de carne que le follará en la vulva.

Por algo, pesquisa el estado de la imagen. Que no se borre. Si se borrara, o destintara por causa del agua, dejaría de bañarse. Ahora es sólo un borrachín. De niño, aún en la pobreza, se pensaba un chico que merecía satisfacciones; pero hasta se acostaba con hambre. El poco respeto se lo ha ganado cocoteando a compinches, con bravuconadas... Este ha sido su problema. Ni inteligente ni simpático. Caliente sí, aunque incapaz de comprender si el deseo erótico y de realización, más que pasión de la carne es llamado del propio destino.

¿Qué destino puede esperar a uno que vive hacia dentro del Joyo, donde Millán opera sus burdeles y lo que hay es placer que se paga con dinero y él, con limitaciones? Ni inteligente ni simpático. Y para más agravio: impaciente, irascible, cocoteador del prójimo y amigo de lo ajeno. Con razón fue a la cárcel, varias veces reincidente por pillo y maltratante.

Desde que salió se pasea sin camisa. Va e insinúa que la fiera está viva y no ceja.

Ha conocido los placeres del ano. Está amarrando un toldo en lo alto de una machina o carrusel y otro compinche, sodomita, le grita desde un lugar de apretados espacios entre cables en el suelo y kioskos de las Fiestas Patronales, —Te comieron el culo, Lolo te puyaron—. Oye su risa escandalosa, su burla que lo demerita ante el pueblo que escucha y mira y juzga.

Así ha sido su vida desde mozo. Gente que lo pone abajo y, sin embargo, ni por excepción, han salvado su mundo privado, espacios para que tenga ensueños, ganas de destino. El apetece, aunque sea por una vez, el contacto con uno de los ángeles rubios, pintados en su espalda. ¡Son tan bellos que Lolo se relame el bigotón! Se mama sus propios labios al pensar que, por lo menos, los ha visto en el cine o en revistas calientes de Hollywood. Quisiera uno tal como aparecen en magazines, mismas que los presos aún se pasan entre barrotes. Con hembras en technicolor, en poses de Varga Girls, con meras fotografías, basta para una puñeta de noche. En su caso, para soñar que un día alguien —así de hermoso— le dirá: Te amo, Lolo. Llévame a Pueblo Nuevo.

Soñaba despierto, cuando por trepado sobre el toldo, casi lo tumba un grito: —Te comieron el culo, Lolo te puyaron—.

¡Cómo no odiar a la patria, a Albizu, a Pepino, a acusones, cómo no ser chota y odiar por igual a maestros, a curas y ricos, predicones de moral si se las pasan destituyándolo! Estorban las sublimes cosas de sí, fascinaciones inconfesas. —Te comieron el culo, Lolo te puyaron—.

Ni es sodomita puyado ni bujarrón, como muchos del pueblo. Venero, Magín, Yegua Blanca. Opina de sí que es sólo un hombre que no sabe lo que será el destino. Nunca supo sino un asqueroso presente de escasez o burla y se le han interlpusto obstáculos cuando más energía desiderativa tiene. Entonces, nadie que lo ayude a discernir, a ver más allá de sus narices o a madurar.

Este ha sido su problema. Ni inteligente ni simpático. Caliente sí, aunque incapaz de comprender si el deseo erótico y de realización, más que pasión de la carne es llamado del propio destino. Sin embargo, ya está molesto con ese hijo de la gran puta que le menciona el culo. «Te patearé el alma. ¡Espera que te agarre!», le responde. Y, aunque juegan a las escondidas, lo que Lolo se hizo pintar en su espalda es para tentar a los guapos, para ver de qué cueros salen más correas, para dar cursos de expresión a la energía desiderativa que él tiene en sí y es mucha líbido desorganizada, ganas de pelear, chotear y comerse un coño de algún angelical bistecito...

15-03-2004

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LA FIERA SANTA Y EL PODER EN LA MADRIGUERA

El curita lujurioso de Pepino fue como un individualista fisiócratico. Encarnación de François Quesnay. A lo único que profesó sus respetos inveterados fue a la santidad de la propiedad privada. Mas, bien visto, no hay un derecho natural de todos los hombres — llámense sus parroquiano católicos o sus vecinos, anarcos, ateos y pecadores—, hacia todas las cosas. El derecho es una sotana natural cosida con la tela de los límites. Uno puede ser pájaro, con alas para el cielo, pero no es dueño de los soles y quien vuela muy alto se quema, o se lo traga un huracán en la lontananza.

«Entiédase el límite». El pájaro — y todos somos pájaros en la metáfora de Aponte— debe lanzarse de pecho, pico abajo a donde están los insectos y éstos no vuelan por el aire. «Sepa lo que son los derechos y el principio que, en rigor, los guía: la utilidad. Sobre la fiera utilidad de la que Aponte homiliza, no es definición que quepa la de Bentham, «la mayor felicidad para el mayor número posible de personas». Aponte, fiera santa y lujuriosa de Pepino, sirve a una élite. Hábitat que llama su madriguera, la élite de los Oronoz, Iparraguirre, Franco, Caballero, HernJndez y Rodríguez Cabrero. Juntos definen el derecho y lo limitan a lo atrapable. «Al que se deje atrapar, al que no pueda evitar que lo atrapen y a los que más abundan, los pendejos».

Hay que vivir de los gorgojos, si se es pájaro, y hay ser calculadamente fiable, escéptico, para no creerse con demasiadas alas de trascendencia, espiritual en extremo, cuando somos cuerpos, organismos mortales. «Nuestro derecho natural es esencialmente hacia las cosas adecuadas, terrenales, materialmente utilizables, finitas, cosas del gorgojo mortal que son las mayorías y, aún nosotros mismos. Lo somos, no nos envanezcamos. Que se cae hasta el mismo Cristo de la Divina Concepción. alta y colgada en cuadros del Altar Mayor. Se descabezó así hasta la hija prudente, Alicia la Beata, hija del Dr. Franco.

«Mas, nosotros, como administradores, siendo fieras, santos como ella, fuimos separadas para el sacerdocio. El trabajo duro, para el burro o el buey de carga y de yugo».

Con Oronoz aprendió de la teoría de la propieda-trabajo y modificó de Locke lo que pudo. Puede que la propiedad haya que fundarla en el trabajo, pero «fundemos también el trabajo en la propiedad y en la seguridad de que se va a poseer y como medida de libertad de la cual disfrutar». En consecuencia, Oronoz, el banquero y todos los alzacolas que, por 30 años tuvo el Clan de la Fiera Santa, entiende —así los viejos fisiócratas bestialistas— que es necesaria una cierta desigualdad y esta última, no debe de ser considerada ofensiva, sino socialmente útil y, ¿y por qué no? —natural, como reflejo de las diferencias individuales, tanto en talentos, como en fortuna.

Del orden positivo (el de los socialistas y obreristas como Padró Quiles y uno que otro Liciaga despistado en el Pueblo), la Fiera Santa dice que se imponen como misión anómala la protección del derecho de propiedad, desde el punto de vista de conquistables libertades e igualdades. Acusan a la Mariguera de la Elite a la postre de proteger el rico frente al pobre y scralizar una cierta ley de concentración creciente de capital, a la Cantillon, mientras apoyan explícitamente la desigualdad de las posesiones.

El cura José Antonio Aponte cuando viera que Juan Evangelista (al que llamaban desde entonces, años de La Mogolla. «Don Nito», el caminero), entraba al Comité Local del Partido Estadista Republicano, en el mismo instante salía, persignándose. Ese 'socialista' invasor que infiltra su madriguera, a su juicio, que se quedara picando piedras en los caminos. Debiera. Sin embargo, desafíó con su cara de babieca el poder de sus dominios.

Aponte ha definido suyo el Camino de la Educación en el pueblo. He adquirido la propiedad exclusiva de una cosa, quién será maestro, quién profesional en las industrias productivas, quién sabio y entendido, quiénes han de enriquecerse con la venia de la Elite de la Madriguera.

La Academia Santa Rita, propiedad de su Iglesia, es la que ha dispuesto que ininguna otra persona / menos la persona positiva-jurídica del Goberno / pueda poseer este recurso, vías autorizantes para la educación superior, por el peonaje. La Academia es única y debe seguir siéndolo en proveer el orden natural de una física económica que garantice y que sea la tierra / el corte de caña / la más amplia fuente de riqueza en Pepino y que, siendo la agricultura desempeña, con su función multiplicadora de dulces brazos, cañeras venas de sumisión y obediencia; las otras actividades humanas se reservan para los separados, sacerdotes de la madriguera.

Ya lo había dicho. el ideal no es transformar los recursos naturales, preciptando cambios en paradigmas my alteraciones en el status quo. «Mas, nosotros, como administradores, siendo fieras, somos santas y separadas para el sacerdocio. El trabajo duro, para el burro o el buey de carga y de yugo».

Pese a todo, el gran cambio se produjo. Don Nito, ex-auditor municipal, otrora constructor de caminos en campos, en 1940, alzó cresta con La Mogolla, se alió al legislador socialista Cheo Padró Quiles, y construyó una escuela más imponente que la Academia Santa Rita. «Nos tumban el negocio educativo», se quejó el Cura con un ex-alcalde.

Joaquín Nicolás Oronoz, quien era tan teatral como un filósofo estoico, atestiguado el desenlace de aquello, dijo: «En el teatro, antes creíamos que por un número limitado de buenos asientos, una vez llenos todos ellos, el resto del pueblo debe conformarse su menor comodidad; pero nos hay construído al lado del nuestro, otro gran teatro con número ilimitado de buenos asientos y tres veces más palcos».

02-08-2000

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LUIS RIOS, 1949


«... no se puede confiar en nadie cuando el poder está organizado como una máquina que funciona según engranajes complejos, en la que lo que es determinante es el puesto de cada uno, no su naturaleza... [...] se está en presencia de un aparato de desconfianza total y circulante porque carece de un punto absoluto. La perfección de la vigilancia es una suma de insidias...»: M. Foucault
Que alguna vez el ideal de la felicidad en el mundo cuajara más fácilmente que cualquier sentimiento de dolor — Luis lo creyó. Fue optimista. El mundo no era gris. El regocijo fue como radiancia de lo bello, en ausencia de prohibiciones y amanazas. Y, sin embargo, un día vino el viento y todo régimen, contrario al suyo, fue llamado apostasía.

El alma de Luis dejó de ser la del mentor. La llenaron de culpa. Sentiría, en medio del viento frío y oculto, que mató a un niño, así como Zéfiro hizo que Apolo se sintiera amargado por la muerte de Jacinto.

Luis el Pato había sido dichoso hasta el día que lo subieron a un jeep. Un día de viento pardo porque se le colocó la pesada negrura que le ataba la conciencia. Se le ató de pies y manos como a un reo. Esposado en medio del estruendo de dos altavoces. El jeep pertenecía a las autoridades policiales. Con palabras se le describía, sin inocencia, como ejecutor de actos blasfemos. «¡Aquí va el corruptor, el que manchó el cielo blanco, y enluta los veranos del barrio campesino!» No han de tolerarse delitos contra la infancia.

Por campo y pueblo, la voz acusadora del viento. La Alcaldía de Cayo Estrada que se cerciora que no escape ni quede sin denuncia el sodomita. Cada palabra es para extraer ira de la brisa, odio entre punto y punto de la distancia. A los cuatro vientos, por calles del Sector Pueblo y el Campo, se muestra como si fuese Apolo / el Erasta / Luis Ríos / Comenenes el Cuco Pato y terror de golpe y porrazo de los niños de Pozas. En la doble condena de Zéfiro, se dibuja la alarma. La castidad fue burlada por el apetito venéreo y hay una filtración desproporcionada de líbido insatisfecha por causa del aparato de desconfianza total, emergentemente circulante.

El celo del Viento o el Zéfiro, celoso, prefiere que ei eromenos no exista, si él, preguntante por el ser, por lo esencial, por la existencia de las cosas, es excluído. Eso es todo, celo de amores y desamores. Zéfiro habría querido que Jacinto fuese suyo. Quiere su parte de la verdad del inocente, secreto en el interior de su ano. Derrarmar el soma en su dignidad futura. Y Luis / radiancia activa de apolo y arquero / por la verdad se arriesga, se entrega y ama. No es con la mentira de un secuestro que obtuvo su ventaja. No oculta con sus lágrimas que sufre o antes con sus risa y retozos que su amor fue perfecto. Con el niño sabe ser niño y ganar de él aceptaciones, dulce compañía.

Ahora sí lo persuaden de que la razón se subordina a exigencias sociales, burocráticas, verdaderas apostasías aplicables, y es Zéfiro quien cuestiona a Luis / Zéfiro con moralistas y éstos, en conjunto, hinchan sus cachetes para provocar huracanes y desvíar el cutso de las cosas.

Por campo y pueblo, la voz acusadora del viento empuja la verdad y la matan. Con dos inocentes, forman la vengazan y el rencor público. Lo pone en la vergüenza de la plaza para que lo escupan. En la doble condena, a Luis / río de rubores, adulto sombrío, se le desdeña. Lo han asesinado moralmente, al apellido de su gentil familia, que se van de Pepino discretamente, sin ruido, para que a mitad de su paso migratorio no le asalte el jeep / con truhanes de Zéfiro y escorpiones oscuros de irrazonables vendettas.

La verdad es diluída por cedazos de ideologías. Lo que Luis defina por felicidad / ha querido que no se tome como una filosofía o conjunto de normas. Fue su vivencia. Otros, no él, a todo lo calificaron como aberrante apostasía dignas del Emperador Juliano. En torno a premisas 'evidentes por sí mismas', como vía hacia la verdad, no confíen en Luis. Es un embustero, avisaan ahora. Hipócritas.

A los niños meten miedo con él. Bueno. No es Luis el mejor candidato para habler sobre cosas del noble desarrollo. Antes sí: era ético / presunto sujeto activo / con una arcadia en los campos y mundo idealizado en la cabeza. / valores / cuidado de apetitos / el contacto cariñoso, protector con los pequeños. No ahora. Por campo y pueblo, la voz acusadora del viento. Y Zéfiro, alto-parlante en mano y en celosa boca, indicó que hay que dar un escarmiento ejemplar.

Hay paganismo intolerable, pederastia en Papino. Luis es lo más débil de la soga. Traicionó las 'racionalidades' y prefirió artificios de la razón. Consumo cotidiano de pequeños placeres, autoeróticos y hábitos de cuestionable maña para transmitir e intercambiar alegrías.

Temible el Zephyrus, culebre de brisa caprichosa, que sopló bazofia el día del crimen, sopló sobre el pasto y alzó en vilo los calzones del maricón. Era como una serpiente enrollada en forma de disco. Y a más soplaba, más ropa suelta y vaporosa sería visible en el tendedero del cielo. Los placeres escondidos, se hicieron evidencias para acusarlo.

Zéfiro impuso el orden disciplinador. «¡Aquí va el culpable!», dijo. No dió oportunidad de que se viera su alma radiante, el alma original que sólo pedía una comprensión para el juego; el ludismo. Luis no quería que viniese la nube y que se inventara este desprecio a órdenes de jerarquías que coexisten armoniosamente. Luis sí creyó / había creído / en tales armonías y que, a menudo, la dicha no esconde su encanto y fue cuando trajo su disco y entretuvo al niño. Se dijo que el disco era su pesado par de escrotos.

Puede que haya sido una bola de béisbol / o una costal de piedras que lanzar a fin de crear ondinas mágicas en charcos / o un bolso de canicas. Más Zéfiro, junto al padre del niño, aseguró: «¡Son sus cojones!»

Antes de 1950, Luis no creyó en manipular con la razón las jerarquías. No sabía exactamente qué han de ser esas jerarquías; pero no les tuvo miedo ni las juzgó perniciosas. Vivió en esa armonía y se dio cuenta que el mundo, según avanzó el trámite de las tardes, el futuro del Ocaso, ya no se parecería a la intuición que él tuvo de la socialidad de ese mundo. No filosofaría sobre ese orden. El silencio es su closet. Y él, después de todo, es un hombre modesto, posiblemente, más ignorante que los antiguos. El optimismo con que hoy se habla de premisas, progreso o leyes positivas, lo confunde. Le produce racionalmente miedo y él es menos estoico.

La bella Asuncion, con lindos bracitos velludos, se secó como un lirio por la pena que produjo ver a su hermano Luis tan humillado, señado por el dedo, espiado por todo el mundo. Por la desconfianza total, al paso del tiempo, se quedó jamona. Los Ríos se fueron aquella tarde del Zéfiro celoso y se le cayeron los dientes a todos los miembros del sensible linaje de los Ríos.

No es que se acabara la tradición de bujarones y comeculos profesionales por el escarmiento a Luis. Desde la Calle Esperanza, Maquín echó una sonrisa maquiavélica. «No es el final, Bondo». Resumió un ciudadano conmovido por la tragedia, que si se ha dejado de creer en maestros divinos, en formas físicas y no-físicas de contacto con eromenos, lo que procederá es que 'siempre se estará vigilado'.

30-10-2001

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FIGURACIONES DE DON PEPE CANCIO

a José Luis R. Cancio Cores, fallecido

«Le gusta la controversia y reúne magníficas condiciones para las justas forenses»:
Andrés Méndez Liciaga, Boceto histórico del Pepino (La Voz de la Patria, 1925)
Lo que más agrada a Don Pepe, de quien Andrés Méndez Liciaga profetizara («brillará como abogado porque estudia mucho, le gusta la carrera y es un buen amigo de los libros amarillos») es, en adición a las Leyes, la política. Por «culto, ilustrado, talentoso», «abogado competente, discreto y muy activo», ha sabido atraerse las simpatías populares. Digno hijo de cepa de los campos, su sangre es la del médico Miguel R. Cancio y Vendrell y doña Lupita Cores.

Sirvió como juez municipal de Pepino durante el alcaldazgo de Rivera Negroni, entre 1919 y 1922. Se cuajó su deseo de servir como diputado en la Cámara Legislativa por el Distrito de Aguadilla-Isabela y ha visto la trayectoria hacia la que Puerto Rico se enrumbara, siempre con sus sentidos atentos. Para él, la colonia es nefasta. «Colonia es un lugar con leyes malas, infierno jurídico, donde se venden los principios», arguyó. Don Pepe es memorable porque obtuvo ante el Tribunal Supremo la nulidad de la Ley de Salario Mínimo cuando se pretendió su aplicación en la isla. «El disparate de oprimir a empleados, desapareciendo a patronos», resume.

Le dio tristeza, por lo aprendido de la experiencia, tener que negociar ante las Cortes la libertad de Juan Antonio Corretjer, el poeta nacional, y le deprimió ya que, en el caso, vio gente, en particular, colegas y funcionarios que postergaron la noción de principio y convicción filosófica a la preferencia de partido.

«Preference of principles to party or party over principle?», preguntaría con su inglés 'pepiniano', o montuno, que le recuerda a su colega. don Victor Primo Martínez pronunciando la zeta ante José de Diego, ambos peleándose por un hispanismo sentimental, decorativo y sin sentido. Martínez sólo quería golpear con la ponzoña, desde el tentáculo de su cola que salpica saliva de la Sin Hueso o su Trapo Rojo, tozudo e inmaduro. «A veces hay que entender por la vía más mordaz que un principio no es una bandera. Ni un color pare el trapo ni un asta para colgarlo en alto».

A menudo sostener principios es lo que impopulariza a la gente y atrae motes de culpabilidad por traición e hipocresía. El, siendo anexionista, defendió a Juan Antonio por principio y vio en los principios suyos reflejadoss los de él. «Y mi partido se enojaba conmigo. Con presiones fuertes me dijeron que dejara que ese nacionalista / antiamericano / comunista al final / Corretejer / se pudriera en las cárceles de Atlanta, que pasara de ese modo y que antes que yo abrir la boca por él y, si al final, si lo optara, que le sacara hasta el último centavo!» Que lo pelara hasta el hambre.

Dice que siente mucho asco, por toda gente que se entrega a la corrupción de los partidos y navega con banderines falsos, como los piratas. Y no es por ser elitista que él tenga un sistema de principios como el que tiene; «yo soy elitista, lo sé y no sólo me fijo en las circunstancias de agravación y atenuación de las penas. o en penas que deben corregirse y ser proporcionales al delito, por si acaso uno es pobre y otro rico. Entiendo que con dinero el segundo, quien lo tiene, se ampara y corrompe la justicia. Por esta razón, pongo los principios por encima del elitismo, la bandera y la clase. Y por principios mido la pena según el peligro del acto cometido y no meramente por la moralidad del acto, según lo defina la ley... Me atemoriza que, en la ley, existan errores, formas de culpabilidad fuera de enfoque y aún, prácticas con mala fe».

Ahora, viejito como una pasa, sigue mentalmente alerta como cuando tuvo la madurez de instintos, durante aquella época en que Corretjer, por participar junto a Pedro Albizu Campo, en alguna campaña nacionalista., en 1932 fue exiliado en las frías mazmorras de Atlanta. Como abogado, don Pepe admitió su defensa. «No cometieron siquiera un delito. No lo es ir al Capitolio y reclamar el símbolo de su bandera, osignificado de la misma... Si juzgamos la proporcionalidad de la pena al delito, quien cometía ofensa grave contra ellos, fue el gobierno. Yo sostenía este principio, si hay democracia, el Capitolio debe ser la casa del pueblo. Vaya Albizu y Corretejer, cada uno solo o por su lado. O vayan con 800 vecinos de entre quienes escucharon el mítin en la Plaza Baldorioty».

Y fue una porción numerosa de los 800, presentes en el mitin, quienes decidieron ir por la Toma del Capitolio de Puerta de Tierra en San Juan, y protestar, afuera y dentro, con la delegación apropiada, contra un proyecto de ley que atentaba contra la dignidad de la bandera nacional puertorriqueña. «A mí me pareció bien hecho que Albizu Campos invitara a una multitud a que lo acompañara al Capitolio, ese año de 1932. Precisamente, durante una conmemoración del natalicio de De Diego, en la Plaza Baldorioty. Lo que sucedió es que, en el tránsito de la ruta hacia el Capitolio, frente a donde hoy se encuentra el edificio de Hacienda, ocurrió un accidente, o un incidente de forcejeo. Y la Policía tiende a exagerarlo todo. Opina paranoicamente. Es parte de su sicología y del asignar importancia exagerada a sus comportamientos, o al empujón que propina, o al macanazo pega'o».

Se rie para más ponerse a tono con sus figuraciones. «Fue cuando se escocotó (Ángel Manuel) Suárez Díaz. Fue cuando armarse con palos en el.recibidor del Capitolio, edificio que por la banda sur estaba en reparaciones, se tomó como un simulacro de conflicto antes de la Segunda Guerra. Suárez Díaz se cayó. Un accidente le ocurre a cualquiera. Apuesto a que no quería ser mártir... Es sencillo. En el Capitolio se derrumbó una baranda. No, no. Jamás hubo tal cosa como una revolución para apropiarse la bandera».

En su estilo de defensa, Don Pepe es lógico y anti-mitológico. Puede que haya habido, en algún momento, forcejeos callejeros. Se trata de numerosa gente que se abre paso hacia la casa de gobierno. Los nacionalistas son obstruídos por elementos de la Policía; «distinto es que se piense que hubo intención de matar a alguno. A Manuel Suárez, por ejemplo. Distinto es que se piense, después de la Ley Jones y crearse una Legislatura, que es ilícito que vaya el pueblo y vea qué pasa y qué se aprueba en la Legislatura».

Habla sobre el signo de racismo que permeara la época. Un trato racista a Albizu y que precede a su primer arresto, norma con la que han de tratarlo siempre. «Albizu Campos es un líder negro, con formación en Harvard, y ésto no es malum in se. Es esperanzador en Puerto Rico; es alegría para Puerto Rcio... ¡Qué maravillosa cosa! Jorge Celso Barbosa y Albizu tienen en común la negritud. Y a los dos se les aplaude y ama, pero, en el gobierno colonial que desde los EE.UU. se diseña, la oferta es dixiocrática. El sistema político, en cuanto es poder, no ama a nadie, antes los aplasta a los dos. Desde lWasshington, D. C., el Partido Demócrata extiende su racismo o la perpetuación de la aristocracia Bourbon, la supremacía blanca practicada por los sureños y que ha ganado el Norte y no permite que el negro vote, o compita... El KKK ha renacido y no es extraño que hayan tipos como el Dr. Rhoads enviados a Puerto Rico... La prensa entonces lo repudiará, como Luis Baldoni, empleado del Hospital Presbiteriano y nacionalista, al conocerlo y denunciar que el coronel Cornelius Rhoads, se jactara de inocula células cancerosasen pacientes para que muera «la raza de cobardes y torpes puertorriqueños».

«¿Pero cree usted que hay principios en esos años de Hoover y Roosevelt / unos que sean profundamente democráticos / sustentados por encima de los partidos y que repercutan en Puerto Rico? ¿Con quiénes cree que estará la lealtad en esa época de los '30, que es la del fascismo mundial, el desencanto por la democracia?» Don Pepe, no rehuye una respuesta. Por las inestabilidades político-sociales, la inteligentzia, dirigentes, fuerzas vivas y aún, masas, con miedo remanente,«apuestan a las dictaduras». Menciona a Primo de Rivera en España, a Somoza, Trujillo, Duvalier, e,l haitiano, dictadores latinoamericanos en gestación en el Sur que los EE.UU. bendecirá porque se comportan como Tories, privilegiados de reyes / o absolutistas poderosos / o la aristocracia hacendataria. Y, según se fortalezca Alemania e Italia, que se inclinaron a la dictadura, más se borrará la democracia del mapa. Sólo en Norteamérica, la Constitución prevaleció; pero, «en la práctica no hay democracia ni solidaridad». A la gente no le importa. Los ingresos del americano promedio se redujeron un 40%, «y había mucho coraje y una necesidad. Cuando no hay dinero, la democracia no funciona. La Constitución no se come. El hombre enceguece y se fanatiza. Se dedica a escuchar los juegos de los Yankees en la radio y a maldecir su miseria».

Con el Presidente. Hoover, tan culpado por la Depresión y como crítico de las políticas del Nuevo Trato, lo que había que revertir fue la tendencia de la nación al estatismo. «Si fuese necesario otro alivio al extranjero, levantemos el espíritu y el principio del que nos jactamos, como americanos, que la ayuda provenga del sector privado». ¿Y qué sucedería, si el que necesitara ayuda, ya no es como los pobladores de Europa Central o como fueron los rusos, gente de ojos azules y blancos como la nieve? Ahora, distinto a principio del decenio del '20, son negros, mexicanos, chinos, gente pobre, no anglicana. Gente judía y étnica, gente campesina del Oeste que puebla arrabales / hoovervilles / y la American Relief Administration, que antes organizara alivios / ayudas exteriores / para los bolcheviques hambreados por los crudos inviernos, hoy es la que no quiere que el Estado ponga un centavo... Hoover, acusado de bolchevismo muchas veces, por una prensa cínica y racista, periódicos de los supremacistas y semanarios de Ku Klux Klanes, levantará el principio, convocará a preferirlo sobre las vilezas de los partidos: «Twenty million people are starving. Whatever their politics, they shall be fed!»

Don Pepe trata de juzgar a Hoover. «Debemos alimentar a los hambrientos. Es cierto. Sean 20 millones de rusos, o 20 millones de seres humanos, entre los que haya millón y medio de puertorriqueños». Lo que el abogado llama;levantar ek principio' es no comportarnos como asesinos... Esto es difícil de creer y de explicar porque regresamos del Armisticio, de la Primer Guerra y, por encima del partidos y banderías, queremos creer en la libertad, en el bienestar y el progreso. «Creer que el buen americano que nos da PRERA, ayuda por las emergencias, antre el huracán, o las inclemencias o enfermedades tropicakes o el cámcer, es difícil de creer. Lo era para Albizu»... Y enojaba al establecimiento colonial al suponerlo. De veras que sI el Estado está en bancarrota, si han echado el fisco a los perros, al financiar la primera Gran Guerra, ahora será el mundo corporativo al que haya que pedir cooperación, menos lucro egoísta. «Esto es difícil de creer». Quienes han enriquecido con la venta de armas y contratos de servicios, quien ha sido próspero siempre, no es el más generoso, no irá a saciar a los empobrecidos».

Don Pepe parece obsesionado con este hecho: «Hay penas que deben corregirse, peligrosas sentencias que no son proporcionales al delito y corríjanse por si acaso uno es pobre y otro rico. Entiendo que con dinero quien lo tiene se ampara y corrompe la justicia». En familias elitistas, cada quien, uno, puede que sea diferente. No es lo mismo Juan y Miguel García, 'el Pitirre' en el Senado, que Manuel y son la misma sangre de los García Méndez. Viéndolo en su lógica de jurista: «Dos cosas están por encima de las preferencias de partido, banderas e ideología: el pan que saciará el hambre, la libertad para hacet cosas buenas... y yo no sé si, en esa generación antes de la segunda guerra, se aprendió lo suficiente. Me gusta pensar que sí».

Después de Hoover, vino Franklin Roosevelt. Uno que fue muy mesiánico. Y utilizó bien la radio. En el pasado, la gente se educaba con radiolas. «La misma gente juega a la baraja; en e; '30, el whisky volvió a las cantinas, los jóvenes bailaron con las grandes bandas de la época»... En Puerto Rico, más pobres... Todo lo que concierna al nacionalismo, a Albizu con su potencial de negritud aglutinadora, desde antes del comienzo del decenio, estaba siendo molido. En 1931, se suspendió a 138 universitarios y a su vez, se hizo despidos injustificados de empleados del sistema en casi todo renglón de actividad pública, o docente, o administrativa. «Y, total, Albizu fue encontrado no culpable del delito de incitación a motín de que se le acusó».

Que van a convertir la Bandera de Puerto Rico, aquella supuestamente diseñada por la Sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano y por Antonio Vélez Alvarado, militante en el Partido Nacionalista, en Bandera Oficial de la colonia, «bah, ¿por qué hacer reclamos de exclusividad por banderas? En hacer esa bandera, por la que Albizu pidió que se marchara a Puerta de Tierra, participó todo el mundo. ¡Hasta anexionistas y confederados! Usarla con fines electorales es menos importante que entender el principio espiritual de una bandera... yo se lo dije a Juan Antonio. En última instancia, materialmente dicho, una bandera es una tela pintada».

Después de diez años de ausencia, Corretjer regresó a Puerto Rico y junto a su compañera Consuelo Lee ingresó en el Partido Comunista. Posteriormente, en marzo de 1948. «Esto sí me dio pena. Lo ví. Es tan deshonesto cuando un cliente preso vive de espaldas al hecho de que un defensor, el gringo que llevaraba el caso de Corretjer, y le presume de marxista, le enamora la mujer... «Yo, anexionista, elitista, si así han querido decirme, aplaudo muchos cosas que fueron principios y que, como tales daban vidas, en la boca de Albizu y Corretjer, no creo en abogar por ninguna revolución armada; pero, cuando Corretjer y Consuelo participaron en la organización de la Escuela Betances, el concepto de Unión del Pueblo Pro-Constituyente y sistemas de alfabetización, me agradaban... Me podía reunir en su coraje, seguir la pista al escorpión y convalidar su juicio histórico contra el imperialismo, que es lamentar el apoyo que Washington dio a Samoza, la United Fruits, a Castillo Armas (que derroca a Guzmán Arbenz en Guatemala), apoyos americanos a las dictaduras que van de Perón a Aramburo... Sentí su coraje contra Astol Calero y Muñoz. Desde el decenio de 1950, Calero lo seguía a New York y Chicago, pero yo le dí buenos consejos a esos muchachos; no recojan palos o garrotes del suelo, en ruta hacia el Capitolio; no hagan cosas que parezcan malas a no ser que tengan los recursos materiales de victoria y no los tienen. Nunca los tuvieron ni los tendrán. ¿Para qué entonces hablar de lucha armada, si somos una cajita de fósforos y estamos dentro... Un escorpió nos empuja al precipicio de una pira de fuego. «Ustedes tienen los principios; pero esos principios son espirituales, esto es, están por encima del elitismo, la bandera de trapo, la lengua, la retórica de violencia y lucha armada. Vayan con paso firme sin sostenerse de barandas, sin sólido fundamento».

23-09-1980

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«MI CORAZON EN EL DOLOR TAN VIEJO»

«¿Qué tengo yo para ofrecerte? Un verso.
¿Qué doy en cambio de tu amor? Mi pluma».

Ramón María Torres (1867-1903) (poeta pepiniano)Cuando el Padre Quintín escuchaba a Moncho, sus quejas por tristezas y amores insatisfechos, aquella frase tan manida en sus versos, 'mi corazón en el dolor tan viejo', lo exaltaba: «Pero, ¿qué sabes tú de viejuras, Monchito? Toda tristeza se reduce, en última instancia, y ésto imagino que aplica a penas de amor: al hecho de que una de las partes, en cualquier relación afectiva, no es humilde como la otra».

Lo que el Padre Quintín diga, él lo meditará cuidadosamente, aunque no se atreva a preguntar en frío. «¿Qué puede saber un cura, uno como Quintín Octaviano Perdomo, sobre las ilusiones desvanecidas, el apetito de la carne que se resiente por las vacilaciones del corazón, circundado por «nocturnal negrura» y el miedo al rechazo o la frustración de la envidia:

Díme ¡adiós! si te vas. Ya que te pierdo
y miro mi ilusión desvanecida
que me quede siquiera ese recuerdo
de tu infeliz amarga despedida.

Y, por lo general, el Padre Quintín cada asunto lo lleva a lo económico. La sensación o identificación con la penuria es el origen de las penas. El Dr. Perdomo (que la Teología y la Literatura Clásica se las sabe al derecho y al revés) dice que, leyendo a Martín de Azpilicueta, desentrañó este misterio mitológico, cuasi hermético y lo explica sociológicamente: La griega Penia personifica la pobreza y la necesidad, y la necesidad o es madre de la invención remediativa o, en el peor de los casos, causa inmediata de la automarginación y el sentimiento culpador con que se odian los detalles de penurias, así como a otros que las atestiguan.

Moncho Lira, aprendiz de poeta, enamorado de Isaura Scharrón, piensa que ella atestigua lo peor de su vida que no tiene nada que ofrecerle. No tiene tierras ni ganado como los Cabrero ni almacenes como los Oronoces. No tiene otra cosa que la fama de bastardo y que sabe leer. Mas no es suficiente, no con una Scharrón.

Es casi un lujo en el siglo que disfrute los mismos libros y autores que el Dr. Perdomo, quien estudió en la Universidad de Salamanca: Cervantes, su Quijote, Gaspar Nuñez de Arce, Espronceda, su favorito. Castelar, Victor Hugo... «Es casi un lujo; pero para ella no significa nada».

En cambio, para explicar los desequilibrios de Pueblo, los prejuicios en sus etapas de nocturnalia y negrura, la hora de Apolonio de Tiana, como dice el fraile cuando saca del anaquel de sus libros el «Manual de Confesores y Penitentes» (1553) de Azpilicueta, el secreto de la felicidad es dar lo que uno es, lo mejor que tiene. El ofrece su versimetría inspirada, lirismo. No hay duda; pero, después vacila. Es como si diera la renuncia a la riqueza que tiene: «¿Qué doy en cambio de tu amor? Mi pluma», se tortura. El Padre Quintín halló un pedazo de papel con el poema «Respóndeme» que Ramón María enviarán a revistas aguadillanas con que colabora, o tal vez al periódico La Democracia, donde Rodríguez Cabrero y Muñoz le publican.

Cuando Moncho se monta en las nocturnalias y cree que todo el mundo le mira con «negra pupila» y que en su espejo sólo se mira pobreza, mnosprecia que su mentor el culto teólogo le lleva a los tiempos de Martín de Azpilcueta, Doctor navarrus por navarrés de. Barásoain y el valle de Baztán, como arguye que son los Oronoces del pueblo del Pepino. Hay otros, canarios, que son hijosdalgos y hay otros, Oronoz provenientes de Jaureguízar y éstos hasta tenían palacios.

Quintín Perdomo, ciudadano, no es strictamente fisiócrata, término con que clasifica el tipo de cultura de su natal Coamo, las Vegas del Pepino y, en general, de todo Borinquén. En pese a los fisiócratas, desde hace rato, no hay un movimiento que armonice a reyes y a súbditos. Y los intereses individuales de los ciudadanos chocan. «Estamos en la época del individualismo». Tal vez sea su forma de mentar el pecado porque el individualismo es lo que ha irreconciliado el orden natural (lo ideal) y el orden positivo. Lo que ha sucedido es la intensificación de la pasión lujuriante por lo terrenal, inclusive ese amor de Moncho por Isaura, que se ha transformado en mercancía y obsesión de contrato.

«Ese es el mundo de la realidad: Codicia individualista, alguien que pide y uno que está dispuesto a dar todo, lo único que tiene: versos y pluma. Tú eres del viejo mundo natural y vives en el nuevo régimen, sin libre juego ante las nuevas normas del laissez faire, laissez passer, y en la situación en que te pones al renunciar a tu pluma y al culpar, sin soluciones al mundo, resultará inevitablemente que vivas frustrado, con desventajas, a merced de conflictos económicos y la desarmonía total».

¿Qué doy en cambio de tu amor? Mi pluma».

«El individualismo es lo que nos deja sin la soga y sin la cabra», filosofa el Padre Quintín, otro que estudió en Salamanca; pero, contrario a él, Martín allí dio cátedra por 14 años antes de ser promovido por Carlos V a una plaza en el Consejo Real de Navarra. En Salamanca, Martin se vio obligado a doctorarse de nuevo en Cánones, «y ésto es importante. Aquí un sabio que estudió Filosofía y Teología en Alcalá, después Derecho Canónico en la universidad de Toulouse, y lo enseño en Cahors. Y, en su España natal, se le dijo; 'usted no es sabio' y 'aqui no aceptamos grados obtenidos en el extranjero'. Había tomado el hábito de la Orden de Canónigos regulares de san Agustín y se dio el lujo de rechazar cátedras y canonjía en Pamplona, y donde quiera que antes le menospreciaron, también dijo 'tenga y enganche, lo rehuso'. Ante el emperador Carlos V disertó acerca del origen democrático del poder. Defendió a los inocentes acusados de herejía y, aquellos que le dijeron 'no eres competente', vieron cómo el rey Juan III de Portugal le concedió la cátedra de Prima de Cánones y una renta anual de ochocientos cincuenta ducados, además de una chantría en la catedral de aquella ciudad. Eso es muy diferente a tener que despedirse después de que alguien nos pidiera todo lo que tenemos... Ramón María, hijo mío, por ninguna autoridad, sea mujer o sea rey, sea la propiedad o el reino de este mundo, ofrecas ni verso ni pluma, si es lo mejor que tienes... y lo mejor que uno tiene es la libertad y la armonía».

«¿Qué tengo yo para ofrecerte? Armonía.
¿Qué doy en cambio de tu amor? Libertad».


«Este es el punto de vista que tengo como teólogo, yo, tu hermano mayor, Quintín Perdomo que no busco ni usuras ni simonías cuando se trata de ecclesiaticorum redditibus beneficiorum... dénme sólo el respeto de aceptarme como soy y con lo que tengo, si que lo que traigo se redujo a un poco de versos y mi pluma. Si no tienes tierras ni comercio y tu pluma es tu herramienta de trabajo, no la ofrezcas para quedarte sin nada. Hay quien sólo vive de herencias recibidas, de simonías o de sacar beneficios a un cargo, tú no eres de eso; pero, si tienes el corazón en doklor, es porque no o entiendes o alguien te exije que tengas lo que nunca tendrás... Esa es la enseñanza de Martin / Dr. Navarrus / cuando habla sobre la miseria y el misterio de Penia, la daimon... Le economía moderna, si ha de ser eficaz, no tiene que pedirte que lo ofrezcas todo al que ya tiene demasiado. Esa es la peor prueba de amor que se puede pedir al menesteroso. Por amor házte más pobre'. Camina en rodillas y ábrete las venas. ¿Por qué? Fue en la Escuela de Salamanca que el aprendizaje de mi poca economía me fue instruído por Martín de Azpilcueta, mucho antes que la Economía Clásica de Adam Smith y sus seguidores... y te hablo sobre Martin y sus tiempos, casi los de Maricastaña y Colón, cuando fue tabú defender la licitud del cobro de intereses en préstamos. La iglesia quería que la usura se entendiera a su modo, pero, con metales preciosos que provienen de las colonias de América, hay que comenzar a repensar la economía. Y pensar a Penia / la Penuria / esformualra una teoría del valor-escasez en los siguientes o como escribía Martin el Navarrés: La capacidad adquisitiva del dinero en los distintos países es relativa y se determina según la abundancia o escasez de metales preciosos que hubiera en ellos... Toda mercancía se hace más cara cuando su demanda es más fuerte y su oferta escasea».

Moncho Lira, poeta y escribiente en el Archivo Parroquial de un villorio tan pobre, lleno de anémicos y descalzos, tiene suerte de que el Padre Quintín anime su amor por el Verso y la Pluma; pero, el fray quien discute con él el futuro de una Teoría Cuantitativa del Dinero, se siente casi ofendido. «Cambias la virtud por una nalgas, confundes el amor con las preferencias temporales de los bienes presentes».

¡Respóndeme por fin! Enfermo y triste
escucharé tu cionfesión extraña.
¡No es la primera vez que en pie resiste
al hórrido aquilón, la débil caña!

El Padre Quintín lo mira fijamente: «No hay una confesión extraña. Tú hablas a los que ya, por seguro, heredaron la riqueza y a sus bienes presentes los valoran más que a los bienes futuros. Respóndeme tú si ella es así, que siendo joven y con porvenir te hace sentir enfermo y triste como 'débil caña' amenazada por el Aquilón... Sentí que te despedías de mí porque yo represento más al amor que ella. amor a quien anima libertad individual y económica. Un poquito de usura no viene mal. Comes y te pago por la escribiduría en la parroquia, porque sí que hacemos milagros con limosnas y algo cobramos de usura, ecclesiaticorum redditibus beneficiorum, y necesitamos algo de separación de Iglesia y Estado, ¿crees que es por diversión que leo a Victor Hugo o Castelar? Yo creo en que Isaura, como toda mujer, abra la boca y diga lo que siente y tenga tantois derechos como el varón, pero, Ramón, que no haga infeliz la despedida, sólo porque no tienes más sueldo y más hacienda que migajas de esta Iglesia y tu cuarto... Hijo mío, un consejo te doy. No te deshagas la herramienta que creará futuros bienes, el derecho a educarte y pensar por tí mismo. No lo hagas por nadie. Amor no es éso. A quienes no promulguen con leyes y derechos naturales es mejor dejarles quietos y ganar distancia ante ellos. Heredaron propiedades, dinero, esclavos y darán lo mismo como su herencia según el Derecho positivo. Espiritualmente, puede que tengan menos que tú y si el individualismo corruptor es lo que llaman su riqueza, recuerda que con tal riqueza han cometido o permitido las traiciones humanas y vicios que prevalecen: por ejemplo, la esclavitud. Tú, aqui en el Pueblo. donde vivieron Alers, Scharrón, Font, Vélez y otros, vúste sus últimos aleteos. ¿Olvidaste la negrada entre el peonaje en haciendas del campo? ¿el garrote vil del gobierno, el castigo corporal, el maltrato del niño y la madre, opresión y vicio entre obreros? Que no te quiten la pluma ni el rigor en el verso... Martín de Azpilicueta, aún anciano, enseñaba que todavía hay mucho que hacer, que no sólo fue en su caso alimentar a unas sobrinas y protegerlas. Fue dar defensa a Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo y cardenal primado de España. Lo acusaron de herejía ante el tribunal de la Inquisición y era inocente, justo que es la mejor inocencia. a Martín le sobraba 'Pluma y Verso' para defender derechos humanos. El Papa Pío V dijo al agustino, según leo: lo sacaste inocente; Martin, supiste tú como hacer milagros; pero no eran milagros, Moncho mío. No. Era un amor más grande que el individualismo.

04-08-2007

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Pablito y el perdón



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DE LAS PENAS Y RECOMPENSAS DE POLO ADAMES

«La pena debe servir para la reinserción del reo a la sociedad, no solamente para castigarlo. El fundamento de la pena radica en la mayor utilidad respecto del delito y el fin debe ser la prevención general y la prevención especial o particular». Jeremy Bentham

Uno se pregunta, lo mismo que Polo, cuyo poder en Ponce / o en Brooklyn / fue tan grande para borrar sus delitos que la intimidación como objetivo de la ley para corregirlo es nulo. El no necesitaba talión simbólico, surgido de la iniciativa del Estado. Taliones no le han dado miedo jamás. La vida enseña más sobre castigos que la ley y sus cárceles y sin hacer aspavientos en torno a si una perversión o enfermedad necesita remedios, o es o no es premeditada.

Polo, padre de tres hijos, ya perdió uno. Tenía la edad de 17 años y se mató en un accidente vehicular. Manejaba su Porsche, e iba con su jebita de paseo. Ella murió también. Eso sí es golpe rudo para un capo de la mafia (Medellín-New York) que, personalmente, acumuló millones de dólares. Desde 1991, por igual, la bella Myriam, su esposa, ha tenido que abandonarle. Sufre depresiones. Y siente que ni puede ni debe amarlo. Tramitan el divorcio.

Por los problemas con la ley, él vive en un arrabal de Brooklyn. Ella se mudó a Long Island. El hijo mayor maneja negocios residuales; mas cuida sus espaldas... Triste destino, amarga paradoja, para Polo, quien en Ponce tenía una mansión lujosa y en el garaje, como encubiertas, sus coches de lujo. A su casa llegaban, enormes limousines negros y, en entramados de trámites de hampas, furgones con mercancía robada, visitantes extraños, nexos con oficiakes de rango en la policía. Iban a condenarlo a 30 años de prisión; pero, un 30 puede hacerse 3 y borrándose un cero, se tramita el rescate. Se comienza vida nueva. Puede cambiarse el nombre. Nadie se recordará que fue Héctor, hombre de aspecto amable, divertido, de buen gusto y un campeón de billar de grandes ligas estatales.

Hay que tener un temple para vivir una vida como la que ha vivido. De muchos riesgos. Myriam, hoy sola, sin Doña Fita, su madre para ir a medio-contarle sus penas en Pepino, sin Monín que se distancia, pues sus problemas tiene como para echarse los ajenos, si son tan graves, «mejor se sacude, y lo entiendo», se lo dijo. «No hay que enriquecer tanto y no poder disfrutar lo que tenemos». Siempre temía las circunstancias de agravación. Ellas recuerda cuando le hallaron cuatro furgones de pieles robadas; no se cooordinó eficientemente la entrega, el cobro, u otras disposiciones. «¿Y ahora como se atenúa tu castigo o se borra el delito, si no cambiará tu carta? ¡Se corre el riesgo de perderlo todo!»

Su recompensa es que parece preparado para no desesperarse. Tiene sangre fría, virtud para el billar y, sin la motivación y el carácter, el delincuente de este tipo no subsiste. Negocia una cosa a la vez, una tras otra. Mas una cosa sabe: «La felicidad no equivalente al placer. Hay que vivir renunciando a placeres. Hay que saber aceptar el dolor y saber perder, sin desesperarse. «Que me dejes es el golpe más duro; pero yo te lo habría pedido, si tú no lo haces».

El no cree en que las acciones buenas, las modestas vidas sin ambición, traen felicidad. Tampoco se ajusta a la ética de procurar la mayor felicidad «para el mayor número de personas». Eso es lo trágico: la vida es un relativismo tan subjetivo que no hay definiciones medibles, calculables, de placer o felicidad. Lo único excitante que existe es el riesgo y aún así es breve y veloz como una bala, como la muerte, y su memoria nunca abandona lo experimentado. Conserva el miedo. El miedo consciente, a más concreto mejor, es lo que nos hace 'fuertes', mas nunca seguros.

No somos seres para la muerte, o que querramos morir, pero no tenemos otra cosa que el día. Todo lo breve, e instantáneo, es una manera de morir. No son posibles los proyectos a largo plazo. «Entiéndelo, carajo». Peleaba mucho con Miyriam. Ella no se resignada a que la vida con él fue una apuesta. «Se puede perder todo y no quedar nada para mañana».

Y el asunto esencial, lo que les desafía a ambos, es que el amor es absurdo y, en el esfuerzo de hacer el divorcio no doloroso, ella pide que él se doblegue al castigo. Cuando ella le dice, 'entrégate a la justicia', es como si le dijera que hay una 'mayor utilidad' en estar desarmado, a merced de una pena, o aujtoridad punitiva. «¿Que el sistema nos saque los ojos? ¿Y quién castigará al sistema corrupto? Yo soy más útil en libertad. Si no quieren que sea un capo, dejen que juegue billar; pero libre».

Es que no sabe hacer otra cosa que no sea mediante el dinero sucio. Y él lo que hace es negociar, aceptando lo que es él mismo, como persona. Un delincuente. Sabe traficar con lo que está prohibido Y, aún así, paga impuestos. Cumple obligaciones. Da regocijos y confort a su esposa e hijos. Su negocio no ha sido matar, si bien arriesga la vida por dar curso a un producto ilícito.

«¿Has visto que la vida nos quitó un hijo? Pues la ley quiere hacer lo mismo. Quitar lo que logramos. Robar las propiedades que conveertkimos en cosas aún más valiosas que lo fureron y eso es injusto».

No se pudieron poner de acuerdo. El divorcio fue doloroso. Polo no transa porque sabe que la ley es un aalacránque golpea con la cola. Y ene se extremo tiene ala ponzoña.

09-12-2006

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TE DIRE QUIEN SOY

a Sonia Migdalia Rosa...

«... Llámame a un behique y te diré quién soy... [...] y le pregunta: Dime quién eres y qué haces aquí y, que quieres de mí y por qué me has hecho llamar, 'Dios', si quieres que te corte o si quieres venir conmigo y cómo quieres que te lleve, que yo te construiré una heredad».
Fray Ramón Pané, Relación acerca de las antigüedades de los indios (1498)
Antes de que Agüeybaná, Gran Sol de Boriken, entrara al bosquecillo, donde un árbol conversara con el poder del Yaya, en presencia del riachuelo de Jagua que recorre las orillas y la tiniebla esparcida en la noche, en ese monte donde pocos van, sólo visitado por behiques y almas tutelares de humanos perdidos que amaron sus cuerpos y ya no lo tienen, el Valiente Cacique invocó a la Gran Madre, cuyo nombre es Atabey.

«En aquella tierra, donde Jagua tiene su río más pequeño, voces líquidas como el llanto, hay un árbol que habla», comenzó a decir Agüeybaná. «No es temor porque yo amo a Jagua, pero, un vecino se topó con el árbol y vino con espanto. El árbol le dijo: Llámame a un behique. Quiero que él sepa quién soy».

Y Agüeybaná percibió mucho miedo de aquel nitaíno, ha sido cauteloso e invoca a la misericordiosa Atabey, cuyas energías lo armonizan todo. El pudiera enviar a sus mejores behiques que laboran y bendicen el área de la bahía. Mas es sabio y conoce las artes de hechiceros, como si fuera uno en la costumbre. El prefiere los asuntos administrativos y políticos del yucayeque. Y el miedo que vio en aque; hombre lo tiene preocupado. No se atrevió a dar detalles; pero al árbol le urje decir quién es a un behique.

«¡Qué simple, pero honesta es la gente de la naboría! que no dice con palabras lo que no entiende; pero, expresa su temor con los ojos y su temor con las manos! Quiero ir yo. Que no vaya un behique. El mensaje fue escueto: 'Quiero que él sepa quién soy', y yo en ayunos, con pedidos en mi vejez, me preparo para dar bienvenida a una Alteza de rango y la sueño, como si la cohba la pusiera ante mi presencia para que me arrodille y diga: Baharí, Matumberí, humilde a tus pies estoy para servirte... Díme cómo complacerte. Desde antes de verte, percibí el olor de tu espíritu y del lugar del que vienes, y no es un mundo cercano, es un Lugar de Señores... Déjame aludirte como Baharí. Seguramente, él con Yaya tiene tratos y será bendición para nuestros yucayeques».

Y despues de invocaciones y ruegos a Atabey, en cuclillas ante sus altares, la naboría le vio despidiéndose. Fue una mañana. Salía hacia un bosque, monte donde los árboles hablan en las noches y consuelan a ríos que parece que lloran por las penas de Jagua. Quien haya sido Jagua, diosa o cacique, debió ser muy hermosa, sentimental y amada porque los montes la lloran y la noche ahuyenta a quienes ven sus ríos, sus transformados gimos, y no se compadecen.

Caminó días, esperó la noche, cuando los primeros indicios se vieron del río. Y como un grito de victoria, su corazón dijo: 'Manikato, voy a conocer el árbol de Baharí y le diré, 'mi alteza', Matumberi. Y sacó de un bolso de henequén que llevó consigo, un harpón que tenía tallado en madera y piedra y la concha de un concha de caracol, que era la más hermosa que tenía para escuchar qué rumora un caracol, transmitiendo al dios invisible después de la inhalación de cojoba... y cuando puso a la orilla del río, sus obsequios. Se hizo noche de golpe o se detuvo el tiempo. Y sintió cómo unas ramas se agitaban con su intenso trémulo, aunque no había ni frío ni brisa. Sólo la deliciosa calma de un pensamiento refugiado en misericordia de Atabey, Madre Tierra de los taínos de Boriken.

«Valiente / taíno», le dijo árbol.

«Dime quién eres y qué haces aquí, si tu reino es Baharí... ¡Alteza, te he soñado, antes que me mandaras a buscar con un hombre miedoso! Díme qué quieres de mí y por qué me has hecho llamar, 'dios'»

«Valiente / taíno, sí que eres nueno y generoso y yo, en canbio,cautivo en un árbol para poder hacerte virtud y favorecerte», le dijo árbol. «No soy tal vez quien imaginas; pero, al menos, custodio a mi princesa de Cuba el río que regaló a tus campos».

«Entonces, dime quién eres... Y si quieres que te corte o si quieres venir conmigo y cómo quieres que te lleve, que yo te construiré una heredad y te haré caoba para mis altares».

«Guamá es mi nombre y, si honras tu deseo de liberar mi alma del cautiverio en el árbol, te seré aliado cuando inicie la guerra (1511); te diré a quién esperas... porque, valiente como tu sobrino eres, a él, a quien se le llamará El bravo porque la alteza del Baharí que esperas entrará en él; y será llamado dios-espíritu cuando muera... Tú, Gran Sol, verás demonios blancos. Por cortesía, les darás la bienvenida y, calculando en tus sabidurías, él querrá tu nombre y escuchar tu areyto. Tu nombre no se lo ofrezcas, ni con areytos los honres, son invasores... y purifica las cuevas donde entierres a tu madre y la madre de tu sobrino porque el Demonio Blanco le dio el nombre de Doña Inés; pero ha escupido sobre el rito y no lo entiende. Ha maldito en privado los huesos de nuestros vivos, Imagina que hará cuando, al morir, trascendamos, si acaso nos descubriera en la brisa o hablando con un ombligo oculto desde un árbol... Valiente / taíno, busca al behique más sabio y te diré quién soy. Llama al artesano que con el árbol me haga un dujo, ditas y jitacas, para llevárselas de regalo a Casiguaya, mi enamorada, con quien pienso casarme... Y dáme un garrote, armas con tu bendición para la batalla porque viene un Guamikena Blanco y Yuquibo, Yureibo y Cacimar nos darán el ejemplo, saliendo a la autodefensa por razón identitaria de la isla. A quien viene y diste bienvenida combatiremos porque no es pueblo bueno. Tampoco son inmortales. No son dioses generosos. Vienen a matarnos, si antes no los matamos a ellos».

Agüeybaná entristeció por todo lo escuchado. Mandó a talar el árbol para que el príncipe Guamá fuera libre y llevara obsequios a su amada. El río dejó de llorar. No volvieron a escucharse conversatorios de espíritus en la noche. Y, efectivamente, en 1511, comenzó la guerra en Boriken. Tambien en otras islas del Caribe.

Está por discutirse si los demonios ganaron. Ya cacique, al cabo de los años, Guamá, señor de Baracoa, dijo que los invasores no se quedarán con Cuba ni con Boriken. Oliguama, su hermano, por el contrario, afirmó que sí, el futuro no existe y el presente es derrota y fue el último en asegurarlo. A Guamá lo traicionó y asesinó con sus propias manos.

En el trecho final, respecto a lo que la naboría con Pané en Quisqueya discute, allá es lo mismo. Y hay un detalle interesante. Con la muerte de Guamá, la captura en 1521 de su esposa Casiguaya, su propia acción desencarnadora, ella voló de Cuba al mismo monte de Jagua, al mismo río de Borinquen, como se cita ahora, y el río volvió a llorar en las noches y el árbol dialoga que te dialoga. O se entrega a soliloquios si no hay seres invisibles que lo escuchen.

Empero, las almas nobles, buenas y valientes de ancestrales taínos, escuchan. Un árbol habla y dice: «Llámame a un behique y te diré quién soy». Casiguaya también habla sobre cómo se suicidó, colgándose de un árbol. El río llora porque a Guamá lo mató un escorpión con su ponzoña.

08-11-2007

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